viernes, 1 de abril de 2011

LAT: JUNTOS VIVIENDO SEPARADOS

El LAT llegó a Chile: Juntos, pero no revueltos

Publicado por el Mercurio Revista Ya. Martes 7 de Julio de 2009
                                                             
"Living apart together" o LAT refleja un fenómeno creciente entre las parejas modernas. Vivir en pareja bien constituida, pero cada uno en su casa. 
Sally y John Michael lo habían probado todo. Primero, fueron sólo amigos en el colegio del pequeño condado inglés, cuna de sus respectivas familias. Después, con el tiempo, se transformaron en pololos. Un pololeo intenso que comenzó inocente y terminó muy en serio. Antes de entrar a la universidad, ambos se conocían como la palma de la mano y empezaban a enamorarse de verdad. Una beca de idioma que hizo Sally en Tokio y un año en Alemania de John Michael, en vez de terminar con el romance, lo intensificaron. En tercer año de sus respectivas carreras arquitectura para ella; ingeniería mecánica en el caso de él decidieron vivir juntos y se cambiaron de ciudad. Del pequeño condado campestre donde habían vivido toda su vida, emigraron a una pequeña urbe industrial, a 125 kilómetros de Londres. La pequeña cabaña que arrendaron en el centro les quedaba a media hora de su universidad, pero el cambio les valió la pena: iban a vivir juntos. Fueron felices. Cinco años después, ya graduados y trabajando en Londres, decidieron mudarse a la capital inglesa. Para aprovechar el impulso, se casaron. También les resultó. Tanto, que al cumplir veinte años de matrimonio, ya tenían tres hijos crecidos. Pero después de casi una vida juntos, algo comenzó a molestarles. Una sensación difusa, indefinida, que ni dos terapias de pareja pudo calmar. Tampoco los ayudaron unas vacaciones en el Caribe ni un paseo por Egipto. Una noche, John Michael le dijo a Sally que quería vivir solo. Ella, con nervios ingleses, no lloró. Simplemente, le preguntó qué quería hacer de su vida. "Ser independiente, decidir por mí mismo, respirar mi aire. Jamás reemplazarte", contestó el ingeniero. Y se fue a otro barrio de Londres, a comenzar su vida nueva. Sin embargo, un año después, Sally y John seguían en pareja, igual de enamorados que siempre. El cambio les hizo bien, oxigenó su relación. Ya cincuentones y con hijos grandes, adoptaron la nueva fórmula que remece a Gran Bretaña: vivían en LAT. Cada uno en su casa, cada uno en su cama, cada uno con su baño, su cocina, su televisor y sus mañas. Pero juntos. Su caso no es único en Europa.

Con matices, ha descendido por los países escandinavos, Holanda, Alemania, Bélgica y Francia y ya llegó a Estados Unidos donde, en menor medida, se convierte hoy, lentamente, en fenómeno social. Un fenómeno que ya registra testigos: dos millones de hombres y mujeres ingleses viven bajo la forma de LAT (Living apart together) que se puede traducir como "viviendo separados juntos". Una fórmula creativa que parejas establecidas han buscado para no entorpecer sus propios procesos de independencia, autonomía y libertad. Una tendencia que se inscribe abiertamente en los nuevos aires que soplan sobre la sociedad. "Yo te quiero mucho, pero no tanto como para compartir mi tina de baño o el control remoto de mi dormitorio", parece ser una voz al unísono. Por eso, cada uno en su casa.
Los matices del lating, como lo llaman sus investigadores, son de variados colores y formas, pero el principal reside en quiénes han decidido adoptarlo en Europa y Estados Unidos. Las estadísticas, explica desde Londres, el investigador del Departamento de Políticas Sociales de la Universidad de Oxford, John Haskey, uno de los pocos demógrafos y estadísticos que han realizado encuestas formales sobre LAT en el mundo, revelan que las lating-people se dividen en dos grandes grupos etarios: los jóvenes (entre 20 y 30 mayoritariamente) y quienes ya cruzaron la barrera de los 50 años. En Holanda, uno de los países donde se ha observado significativamente esta tendencia, las parejas mayores de 55 años son las más refractarias a casarse en segundas nupcias, pero las más entusiastas para vivir en LAT. "Yo ya me casé una vez y pasé por todo el numerito del traje blanco, el champagne, las flores, la maternidad y los niños. Compartí mi espacio durante treinta años con el amor de mi vida. Cuando quedé viuda, decidí que nunca más. Quería una casa para mí sola, por eso cuando inicié una nueva relación, el acuerdo fue inmediato: cada uno en su mundo doméstico, sin mezclar las ollas ni las plantas. Somos muy felices, cada día es la primera cita", dice Hellen Römer, una paisajista de Amsterdam que está cerca de los 60. Lleva cinco años de relación comprometida con un amigo de toda la vida reciclado en novio. Son una pareja LAT. En el otro extremo están las parejas jóvenes. Por razones casi obvias, ellos alargan el período de independencia personal. El matrimonio y hasta la cohabitación, dicen los expertos les parecen palabras mayores. Vivir en pareja comprometida, pero cada uno en su casa y respetar los límites guardando fidelidad y seriedad es la tónica del LAT.

Sin perder el vínculo, El LAT ya llegó a Chile. La médico siquiatra y sicoterapeuta de adultos, Sofía Salamovich, con 30 años de experiencia escuchando historias personales, observa el fenómeno a nivel nacional. Hasta su consulta de Providencia llegan, cada día más, parejas y personas en LAT: "Es la tendencia de los tiempos. En el siglo veintiuno existe una marcada tendencia al individualismo, a fortalecer la responsabilidad propia y el hedonismo. Es una sociedad orientada hacia el éxito y, en ella, las personas se trazan exigentes metas que hay que cumplir. La autonomía y la independencia se convierten en valores que hay que cuidar, nutrir, y por ellos se sacrifican otras cosas". En los jóvenes, estas metas incluyen siempre estudios de postgrado. "Hoy, cuando un veinteañero termina su carrera, recién está empezando el camino final de estudio. El compromiso afectivo se va retrasando. Pero la necesidad de vincular las emociones y establecer una relación comprometida y contenedora es muy fuerte en todas las edades, también en la juventud. El fenómeno LAT aparece como una solución salvadora para compatibilizar la necesidad de vincularse y la búsqueda de independencia". La doctora Salamovich advierte en esta tendencia una clara presión de los medios de comunicación. "Hay demasiada información sobre el cuidado personal, buena alimentación, ejercicio físico, ayuda espiritual. Los seres humanos de hoy tienen todos sus caminos abiertos y esto amplía el horizonte de búsqueda personal".La sicoterapeuta ha observado también el fenómeno LAT en los adultos mayores. "En ellos es otro tema. La gente ya viene de experiencias afectivas previas que, a lo mejor, terminaron en divorcios y amarguras. Se las superó y se aprendió a vivir solo, con esto se adquirió autonomía y, al conocer a alguien nuevo, cuesta tirar todo por la borda. Yo veo a parejas de 50 y 60 que, cada uno en su casa y con sus muebles de siempre, son infinitamente felices con su compromiso afectivo. En esta etapa de la vida, nadie quiere perder su mundo propio". Sofía ha estudiado también la situación particular de la mujer en las nuevas tendencias sociales. "A ella se le han abierto muchas puertas en los últimos 50 años. Tantas, que esta  gama la obliga a tener nuevas metas y caminos que, por supuesto, quiere cumplir. Desde esta perspectiva, que nazca una nueva forma de vivir en pareja, que antes no existía, es entendible".
En Estados Unidos, el sociólogo David Popenoe, experto en formas de vivir en pareja, y quien dirigió durante diez años el Proyecto Nacional sobre el Matrimonio de la Universidad de Rutgers, es uno de los pocos estadounidenses que han estudiado el LAT en ese país. Desde su cátedra en Nueva Jersey, cuenta: “Aquí casi no hay investigaciones probadas, pero el fenómeno es un hecho a nivel social. Para mí, el LAT es el próximo paso después de la cohabitación. Es la nueva tendencia, aunque en la realidad no es tan nueva. Hubo tres etapas: el matrimonio formal dio paso a la cohabitación, y ésta, a esta nueva forma de vivir juntos separados. Las razones son claras y, por eso, los dos grupos etarios son jóvenes y gente madura. En ambas puntas de la escala se defiende la libertad, pero sin querer abandonar las necesidades afectivas y sexuales”. Para David Popenoe, el LAT es una cara más de la modernización del siglo. "En Estados Unidos, a donde llegan los fenómenos mucho después que en Europa, alcanza a un 10% de las parejas, según nuestras observaciones. Pero en Gran Bretaña es el 20% y en los países escandinavos supera el 30%. Un fenómeno ya imposible de soslayar", dice. En boga desde los setenta. Según el estudio elaborado por el equipo del investigador de Oxford John Haskey fue en los años 70, cuando esta forma de hacer pareja se comenzó a observar como un hecho no aislado ni casual. A partir de fines de esa década se comenzó a marcar tímidamente tendencia, pero sólo en el nuevo milenio se expandió. El término LAT o "Living apart together" fue acuñado, dice el estudio, por un periodista holandés en 1978, después de reportear el fenómeno para escribir un artículo. Desde ahí prendió. Holanda fue uno de los primeros países en adoptar no sólo la sigla, sino también la idea. Desde entonces, su reconocimiento como tendencia en la sociología y, en los últimos años, en la demografía, ha sido notorio. Además de Europa y Estados Unidos, se sumaron Canadá y Australia.
Jeannette Lofas, una trabajadora social experta en clínica de la Fundación Stepfamily de Nueva York, va más lejos. "Abogo por la tendencia de estar juntos pero vivir separados. Yo lo veo todos los días, las familias ensambladas compuestas por nuevos matrimonios e hijos de ambos son demasiado vulnerables a las luchas de poder y los resentimientos. A pesar de que la presión social las obliga a juntar los niños bajo un mismo techo, apenas una de cada tres familias de este tipo sobrevive", advierte Lofas.
Múltiples aristas para una tendencia que se afirma como un signo del tipo de sociedad que construimos diariamente, también los chilenos. 

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