viernes, 3 de diciembre de 2010

QUÉ DEBEN SABER LOS PADRES QUE SE SEPARAN

Uno de cada dos matrimonios termina en divorcio y la mayoría de estas personas son progenitores. También, a la mayoría de estos padres les preocupan el daño psicológico que puede causar el divorcio en sus hijos. Mucho se ha hablado y se sigue hablando sobre los efectos del divorcio en los hijos y afortunadamente, hoy contamos con investigaciones fidedignas[1] y recursos pisco-educacionales que tanto padres y como profesionales pueden utilizar para disminuir el impacto emocional en niños y adolescentes. Los divorcios que ocasionan daños irreversibles en hijos, se denominan “Divorcio Destructivo”. Por oposición a aquellos otros que preservan su salud mental se llaman “Divorcio Viable”.

 
Investigaciones fidedignas señalan:
  • La separación o el divorcio en sí mismo no daña de manera irreversible a los hijos. En cambio, dejan secuelas permanentes: el mal manejo del conflicto conyugal antes y después de la separación, el que se los involucre en el conflicto como aliado de uno u otro padre, que se los use como rehén, como mensajeros o como arma en contra del otro progenitor.
  • También ejercen una influencia negativa sobre los niños, los efectos del deterioro económico y del estilo de vida que el divorcio suele traer aparejado. Los padres deben percatarse de las señales de estrés persistentes en sus hijos.
  • El divorcio suele ser malinterpretado por los niños, sobre todo si son pequeños. Necesitan que sus padres les digan qué está pasando, con cuál padre van a vivir, con que frecuencia y qué días verán al otro padre y cualquier otra información que los involucre.
  • Las reacciones y sentimientos de los chicos dependen de su edad, de las explicaciones recibidas, de la continuidad de la relación con ambos progenitores, de que se los mantenga o no apartados del conflicto conyugal, etc.
  • En general, al principio no relacionan la conducta de sus padres con la separación y piensan que éstos se volvieron locos; sienten miedo, angustia, desconcierto. Pero también impotencia, rabia, enojo y culpan a sus padres por no haber mantenido la familia unida.  
  • Muchos niños, sienten que sus padres les fallaron y pierden la confianza en los demás. Sólo les devolverá la confianza perdida, la continuidad de la relación con ambos, el cumplimiento de las visitas y las promesas y el afecto permanente.
  • Los más pequeños, pueden ponerse agresivos o retraerse; en general, están asustados, se refugian en la fantasía y esperan la reconciliación durante varios años. Hay niños que creen ser los responsables por el divorcio y sienten culpa, vergüenza, como si hubieran hecho algo malo.
  • Los mayorcitos, no usan la fantasía como hacen los más pequeños, para negar lo que sucede, pero tampoco son lo suficiente maduros como para entender el proceso de duelo.
  • Muchos niños están confundidos, tratan de comprender quiénes son y adónde pertenecen. A veces se tornan demandantes con el fin de compensar lo que sienten que les falta. Otras, tienen conductas manipuladoras y aprovechan las fisuras entre los adultos para satisfacer sus caprichos.
  • Hay veces, en que dicen que todo está bien negando su tristeza. Temen no volver a ver al padre que se va de la casa e  inventan historias sobre él.
  • Pueden creer que no son queridos y tener baja autoestima. Un aspecto escasamente tomado en cuenta, es la depresión en los niños. Están tristes, distantes y esquivos aunque les vaya bien en la escuela. Los síntomas de la depresión incluyen mal humor, peleas y enojo. El enojo no suele ser considerado un síntoma de depresión, pero los chicos que contestan mal, que no escuchan y que nos sobresaltan con sus berrinches sin sentido, a menudo están deprimidos.
  • Hay niños a los que les preocupa lo que piensan sus compañeros y amigos. Otros, ven a sus padres violar las normas que ellos mismos les enseñaron y cuando los escuchan pelear pueden desarrollar síntomas físicos (vómitos, dolor de cabeza, dolor de panza) que a modo de “breck” separan a los contrincantes para atenderlos a ellos.
  • Las investigaciones demuestran que los niños cuyos padres los siguen cuidando conjuntamente, cooperando entre sí (coparentalidad) logran su recuperación alrededor de dos años después de la separación y tienen un desarrollo psico-evolutivo saludable.
Dra. Dora Davison
 

 

[1] Investigaciones fidedignas son las que dan cuenta de patrones de conducta en la mayoría de las personas en la mayoría de los casos.