Hombres y mujeres viven el divorcio de manera diferente. En 1997, Elena Sparvieri[1], señalaba que a los hombres “mayores de cuarenta se los considera exitosos e interesantes”, especialmente si “han dedicado gran parte de su vida a la acción, obtener poder y éxito profesional” y si han alcanzado “una buena posición económica”. En cambio, las mujeres de esa generación fueron “educadas, para que su autoestima y valoración personal dependan de la atención masculina”... “y considerarse completas y realizadas al casarse y tener hijos”. Si bien no se puede generalizar, la mayoría de estas mujeres experimentan una fuerte sensación de fracaso personal, disminución de la autoestima y angustia extra cuando no se sienten suficientemente preparadas como para seguir adelante solas. En cambio, aquellas que cuya propia valoración depende de logros obtenidos en otras áreas – laboral, profesional – se encuentran mejor equipadas para cuidar de sus hijos y de sí mismas.
Los hombres por su parte, experimentan al comienzo marcados sentimientos de desarraigo y con frecuencia enfrentan una seria posibilidad de perder a sus hijos. Estudios realizados por Marla Isaacs y J. R. Levin demostraron que cuando un progenitor pierde contacto con su hijo /a por más de ocho meses se convierte en lo que se denomina un padre periférico [2], esto significa que deja de ser significativo para la vida de su hijo/a.
Las parejas organizadas en derredor del estereotipo de género que divide a las mujeres en nutrientes y a los hombres en proveedores, a la hora del divorcio, suelen repartir las “pertenencias”, de modo que la esposa se queda con los hijos y el marido con el dinero. El dinero y los hijos son utilizados como instrumentos de poder a fin de favorecer los intereses de uno o ambos padres. Este tipo de organización posdivorcio, claramente disfuncional, es el origen de innumerables batallas legales.
Los hombres que dependen emocionalmente de las mujeres, pueden encontrarse sin recursos psicológicos para enfrentar la angustia del divorcio y suelen precipitarse rápidamente en una nueva relación sentimental, cuando no en un nuevo matrimonio.
Mientras que por lo general, para ellos, las metas laborales y familiares no se contraponen, para ellas, ¡todavía en este siglo! pueden ser difíciles de conciliar y devienen en una fuente de conflicto o sobrecarga.
Desde luego, el divorcio produce un impacto económico en ambos cónyuges, pero ese impacto es mayor en las mujeres que durante la vida marital permanecieron dedicadas exclusivamente a las tareas del hogar - amas de casa - y no están preparadas para obtener un trabajo remunerado. Cuando tienen hijos pequeños su situación se complica y deben recurrir a terceros que colaboren con la crianza. Si se constituyen en el único sostén económico del hogar y sus ingresos son insuficientes, o no cuentan con otros recursos propios pasan a integrar las filas de lo que se conoce cómo como feminización de la pobreza.
Separación y Divorcio. Un faro en el camino. Dora Davison. Ed. Universidad. Bs. As. 2006
Estimada Dra. Davison,
ResponderEliminarSoy Elena Stein-Sparvieri. Le agradezco que me cite y le informo que concuerdo con su comentario acerca de las distintas identificaciones que realiza la mujer. Desde que escribí el libro la mujer ha conquistado un terreno de mayor autonomía e independencia.
Mgr. Elena Stein-Sparvieri elena.sparvieri@gmail.com
Estimada Elena, gracias por participar en mi Blog. Seguramente desde el '97 a la fecha, "la mujer ha conquistado un terreno de mayor autonomía e independencia". Ahora, la pregunta que me surge es ¿qué mujer? o más precisamente, ¿la mujer de dónde? Creo que tendemos a pensar a la mujer de forma genérica y nos perdemos las enormes diferencias de inclusión social existentes entre las mujeres en diferentes regiones del planetas. Algunas mujeres hemos incursionado en terrenos antes prohibidos para nosotras, otras aún habitan terrenos más parecidos a los que habitaban nuestras abuelas, otras viven en medios tan opresivos que ni siquiera eran pensados por aquellas, como el de Amina Lawal que publiqué en otra entada.
ResponderEliminarEscribo esto porque cada vez que hablamos de "la mujer" tengo la sensación de que dejamos muchas mujeres afuera.
Gracias de nuevo
Dora Davison