sábado, 26 de febrero de 2011

PARENTALIDAD PLANEADA VERSUS PARENTALIDAD REACTIVA

 A partir de los años ’60, la entrada masiva de las mujeres en el mercado laboral y su participación en la vida pública, obligó – en cierta medida – la inclusión de los hombres en la esfera doméstica de la vida conyugal, territorio hasta ese momento exclusivo de la mujer. Además, la estricta división entre las funciones paternas y maternas perdió su sentido práctico, el cuidado de los hijos dejó de ser “cosa de mujeres”, así como proveer el sustento para el hogar dejó de ser, “cosa de hombres”. La estricta diferenciación entre los roles paterno y materno se volvió menos eficiente para el cuidado de los hijos, y la autoridad paterna en cabeza del jefe de familia se transfirió a la autoridad parental en cabeza de ambos progenitores.
Por otra parte, el número creciente de familias ensambladas condujo a que las funciones de crianza fueran compartidas por el nuevo cónyuge del progenitor quien - aún no siendo el padre o la madre del niño/a - tiene ingerencia en su educación. En estas familias hay más de dos adultos en rol parental.

Se llama parentalidad al conjunto de funciones relacionadas con la crianza de los niños y que son llevadas a cabo por los padres u otros adultos significativos en el interior de la familia.

También hubo un tiempo en que se educaba a los hijos como uno había sido educado por sus propios padres y esto sucedía naturalmente de generación en generación.

Hoy, inmersos en un mundo dónde los valores y las costumbres cambian a una velocidad sin precedentes, los padres se preguntan ¿qué es mejor para mis hijos?; los padres separados, los  vueltos a casar, las madrastras y padrastros se preguntan ¿qué debo hacer?

Ante este estado de cosas, quienes se dedican al estudio de las familias nos aportan algunas conclusiones interesantes que vamos a compartir.



Hay dos formas de parentalidad:

1) La parentalidad planificada o parentalidad eficaz es la que cumple su cometido  y requiere que los padres colaboren entre sí, como socios en la crianza, más allá de que permanezcan juntos, se separen o se vuelvan a casar. Se ejerce de cara al futuro de los niños/as, los adultos les enseñan comportamientos adecuados para consigo mismo y para con los demás, así como también a anticipar las consecuencias de su propia conducta y hacerse responsables. Los padres y otros adultos a cargo cooperan entre sí en la enseñanza de normas sociales previamente acordadas entre ellos. Esta cooperación y estos acuerdos continúan hasta que los niños completan su desarrollo psico-evolutiva.

2) La parentalidad reactiva, por el contrario, sólo ve los hechos del momento. Los padres y adultos a cargo no acuerdan previamente las reglas de conducta que deben seguir los niños, simplemente reaccionan reprendiéndolos cuando se portan mal, incluso delante de extraños. El niño/a cuando es reprendido delante de otros, se siente humillado, lo cual, obviamente, no se traduce en un mejor aprendizaje.

La parentalidad eficaz se planifica, necesita de acuerdos, aunar criterios de crianza, reglas claras, el niño/a debe saber que si se porta mal será justamente sancionado, así como también, debe conocer los beneficios de una buena conducta,

Los especialistas sugieren algunos tips para el ejercicio de la parentalidad eficaz:

1.      Los adultos deben preguntarse “¿qué estoy tratando de enseñarle al niño/a? y responderse en voz alta:
Sí lo que están tratando de enseñarle es que cualquier conducta en la vida tiene consecuencias, pueden planear consecuencias lógicamente relacionadas con la conducta. Por ejemplo, consecuencias punitivas para una conducta que se quiere cambiar: “sí no hace los deberes, no puede salir a jugar” y se lo hará saber: “para salir a jugar debes hacer primero los deberes” e Inversamente, consecuencias positivas para un buen comportamiento: “has hecho bien tu tarea, ahora puedes ir a jugar con tus amigos”. La parentalidad planeada evita que los padres y adultos a cargo entablen una lucha de poder con los niños, les enseña a responsabilizarse por su propia conducta y suprime los retos innecesarios.  

2.      Los padres u otros adultos a cargo deben reprobar la mala conducta y no al niño/a
Resulta claro que no es lo mismo decirle: “te estás portando como un tonto”, que decirle: “eres un tonto”. Tampoco es lo mismo decir: “te estás portando mal”, que decir: “eres malo”. En un caso se habla de su conducta y en el otro de su identidad como persona.

3.      Al corregir al niño/a deben diferenciar los sentimientos de la acción
Una cosa es que un niño se sienta enojado con su hermano y otra cosa es que le rompa un juguete porque está enojado. La conducta tiene efectos concretos, no así los sentimientos, por lo que se debe “comprender los sentimientos de los chicos y poner límites a su conducta”.

4.      Deben tomar en cuenta que aprender lleva tiempo
Una de las funciones más importantes de la parentalidad es la función educadora y requiere tiempo y paciencia. Cuánto más pequeños, más tiempo les lleva aprender y más necesitan que se les repitan las enseñanzas.

5.      Si la mala conducta persiste, entonces también se trata de entender la razón de ese comportamiento.
Habrá que preguntarse entre otras cosas: ¿está cansado /a?; ¿aburrido /a?; ¿deprimidos?; ¿necesita atención?; ¿pasó mal el día?; los adultos ¿están tensionados?; ¿hay algún problema en a familia?, etc.
Aunque, no siempre es posible conocer la causa directamente por boca de los niños. Especialmente, los más pequeños carecen de un lenguaje apropiado para expresar claramente qué les sucede, entonces muchas veces se trata de que los adultos se pongan en su lugar, “empaticen” con ellos.

6.      Cuando se trata de niños pequeños...
Los resultados esperados se obtienen más fácilmente cuando se les dice “qué deben hacer”, en vez de decirles “qué no deben hacer”: Por ejemplo, “escribí con el lápiz sobre el papel” es más fácil de entender para ellos que decir: “no escribas con el lápiz en la pared”.

7.      Hay padres que creen que los castigos físicos son un buen método de disciplina
Sin embargo, las investigaciones han demostrado exactamente lo opuesto. A pesar de que los niños pueden calmarse transitoriamente u obedecer, los castigos corporales se vuelven cada vez menos efectivos. Las palizas o palmadas sólo constituyen un mensaje negativo. No les dicen a los niños “qué se espera de ellos” o “que deben hacer”, sólo dicen “lo que no deben hacer”, y esto no los guía hacia una conducta aceptable.

8.       El mejor modelo para enseñar es el de un buen coach
No enojarse; pero sí, ponerse serio/a y actuar con firmeza. Las enseñanzas impartidas de este modo son, sin duda, las más efectivas.

9. Las funciones afectivas y normativas de la parentalidad se entrelazan
Los adultos, deben tener presente que entre las funciones de la parentalidad están las de dar afecto y enseñar normas sociales, y que ambas funciones se entrelazan en la parentalidad eficaz, de modo que la disciplina se imparte con amor. Hay que tener en cuenta que los niños/as siempre “aprenden para alguien”.

10. Cuando los padres están separados...
Para que la disciplina sea efectiva, un padre no debe hablar mal del otro, ni denigrarse mutuamente, tampoco contradecirse, ni descalificarse entre sí en presencia de los niños. Cuando un padre se alía con un niño/a en contra del otro progenitor o cualquier adulto en contra de otro adulto a cargo de la crianza, menoscaba su autoridad y la función educativa pierde eficacia. En definitiva, siempre quien pierde es el niño/a.

Dora Davison

Ref: Smart Step

lunes, 21 de febrero de 2011

ALGUNAS CONDUCTAS MANIPULADORAS DE LOS NIÑOS CUANDO LOS PADRES SE SEPARAN

Cuando los padres se separan, los niños suelen tener conductas manipuladoras que luego los perjudican. Es importante que los padres estén atentos para que, estas conductas, no se instalen de modo permanente. Veamos algunas de ellas y qué se pueden hacer.

¡¡¡ Mamá/ Papá me compra!!!

Los niños suelen medir el amor por la cantidad de obsequios que reciben y usan este hecho para poner a prueba el amor de sus padres: “si papá/mamá me da más, es porque me quiere más”, puede ser la conclusión. Cuando el niño/a percibe que esta lógica inquieta al progenitor quien cede rápidamente a su deseo para demostrarle que está equivocado, confirmará su primera idea y adquirirá el hábito de la manipulación como forma de obtener lo que quiere. En vez de angustiarse, el progenitor cuestionado puede explicarle en términos sencillos y claros - para la edad del niño - que es muy amado y cuidado por ambos padres, aunque a veces, le demuestren el afecto de modo diferente. También se le puede decir que uno no comparte la idea de que haya que comprarle todo lo que pide, aún cuando el otro padre lo haga.      

¡¡¡ Mamá/ Papá me deja...!!!

Cuando los padres están separados, por lo general, las reglas de cada hogar son diferentes según las preferencias de cada uno. Puede que en una casa se mire televisión durante la comida y no en la otra, que en una se pueda jugar en el living y no en la otra y así con un sinnúmero de hábitos cotidianos. Los niños suelen explotar estas diferencias para hacer - en definitiva - lo que ellos quieren en ambos hogares. Por supuesto, cuando hacen lo que quieren sin respetar las reglas, el mismo proceso de socialización – tan importante en esta etapa de la vida – resulta dañado y más adelante le costará adaptarse a otros ámbitos. De hecho, el colegio, el club, las casas de los amigos, la casa de la abuela, etc., son todos ámbitos con reglas diferentes por los cuales circulan sin problemas. Para que no desarrollen una conducta manipuladora, en primer lugar los adultos deben respetar las reglas diferentes del otro hogar y al niño decirle: “esto lo podés hacer de esa manera en casa de tu papá/mamá, si el/ella te permite, pero en esta casa tendrás que hacerlo de esta otra manera”.

¡¡¡Me voy a vivir con papá/mamá!!!
¡¡¡A esta casa no vengo más!!!

Expresiones como éstas suelen ser amenazas ante los límites que un progenitor pone a su conducta o como forma de obtener ciertos permisos. Para evitar este tipo de manipulación es fundamental que los padres acuerden ciertas reglas básicas en la educación de los hijos, por Ej., a qué hora deberá regresar cuando sale con sus amigos, que cumpla con las tareas escolares, que evite malas compañías, que adquiere hábitos de higiene y alimentación saludables, etc. De este modo, se coarta cualquier posibilidad de manipulación. También, es importante  no reaccionar con enojo, miedo o dolor, sino más bien, hablar con el niño/a sobre las consecuencias riesgosas de su conducta a fin de que adquiera responsabilidad y aprenda a cuidarse a sí mismo. El exceso de permisividad de un progenitor suele estar relacionado con sentimientos de culpa o con comodidad. Es mucho más difícil decir No, que decir Si.

¡¡¡Con papá/mamá me divierto más!!!

Este comentario no suele ser ingenuo, sino más bien un modo de crear competencia entre los padres para que cada uno se esfuerce en ser el más divertido, el más “bueno” o el que más le da los gustos. Este tipo de conducta manipuladora es más frecuente cuando los padres, efectivamente compiten entre si, para ser unilateralmente el “mejor padre”, olvidando que los niños los necesitan a ambos para crecer sanos.

La mejor receta para que los niños no desarrollen conductas manipuladoras perjudiciales para sí mismos, es que los padres - a pesar de las diferencias que los condujeron a su separación - se respeten mutuamente y colaboren entre sí como “socios en la crianza”.  
Dora Davison