Cuando los padres se separan, los niños suelen tener conductas manipuladoras que luego los perjudican. Es importante que los padres estén atentos para que, estas conductas, no se instalen de modo permanente. Veamos algunas de ellas y qué se pueden hacer.
¡¡¡ Mamá/ Papá me compra!!!
Los niños suelen medir el amor por la cantidad de obsequios que reciben y usan este hecho para poner a prueba el amor de sus padres: “si papá/mamá me da más, es porque me quiere más”, puede ser la conclusión. Cuando el niño/a percibe que esta lógica inquieta al progenitor quien cede rápidamente a su deseo para demostrarle que está equivocado, confirmará su primera idea y adquirirá el hábito de la manipulación como forma de obtener lo que quiere. En vez de angustiarse, el progenitor cuestionado puede explicarle en términos sencillos y claros - para la edad del niño - que es muy amado y cuidado por ambos padres, aunque a veces, le demuestren el afecto de modo diferente. También se le puede decir que uno no comparte la idea de que haya que comprarle todo lo que pide, aún cuando el otro padre lo haga.
¡¡¡ Mamá/ Papá me deja...!!!
Cuando los padres están separados, por lo general, las reglas de cada hogar son diferentes según las preferencias de cada uno. Puede que en una casa se mire televisión durante la comida y no en la otra, que en una se pueda jugar en el living y no en la otra y así con un sinnúmero de hábitos cotidianos. Los niños suelen explotar estas diferencias para hacer - en definitiva - lo que ellos quieren en ambos hogares. Por supuesto, cuando hacen lo que quieren sin respetar las reglas, el mismo proceso de socialización – tan importante en esta etapa de la vida – resulta dañado y más adelante le costará adaptarse a otros ámbitos. De hecho, el colegio, el club, las casas de los amigos, la casa de la abuela, etc., son todos ámbitos con reglas diferentes por los cuales circulan sin problemas. Para que no desarrollen una conducta manipuladora, en primer lugar los adultos deben respetar las reglas diferentes del otro hogar y al niño decirle: “esto lo podés hacer de esa manera en casa de tu papá/mamá, si el/ella te permite, pero en esta casa tendrás que hacerlo de esta otra manera”.
¡¡¡Me voy a vivir con papá/mamá!!!
¡¡¡A esta casa no vengo más!!!
Expresiones como éstas suelen ser amenazas ante los límites que un progenitor pone a su conducta o como forma de obtener ciertos permisos. Para evitar este tipo de manipulación es fundamental que los padres acuerden ciertas reglas básicas en la educación de los hijos, por Ej., a qué hora deberá regresar cuando sale con sus amigos, que cumpla con las tareas escolares, que evite malas compañías, que adquiere hábitos de higiene y alimentación saludables, etc. De este modo, se coarta cualquier posibilidad de manipulación. También, es importante no reaccionar con enojo, miedo o dolor, sino más bien, hablar con el niño/a sobre las consecuencias riesgosas de su conducta a fin de que adquiera responsabilidad y aprenda a cuidarse a sí mismo. El exceso de permisividad de un progenitor suele estar relacionado con sentimientos de culpa o con comodidad. Es mucho más difícil decir No, que decir Si.
¡¡¡Con papá/mamá me divierto más!!!
Este comentario no suele ser ingenuo, sino más bien un modo de crear competencia entre los padres para que cada uno se esfuerce en ser el más divertido, el más “bueno” o el que más le da los gustos. Este tipo de conducta manipuladora es más frecuente cuando los padres, efectivamente compiten entre si, para ser unilateralmente el “mejor padre”, olvidando que los niños los necesitan a ambos para crecer sanos.
La mejor receta para que los niños no desarrollen conductas manipuladoras perjudiciales para sí mismos, es que los padres - a pesar de las diferencias que los condujeron a su separación - se respeten mutuamente y colaboren entre sí como “socios en la crianza”.
Dora Davison
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